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Foto del escritorMarlene Vallejos Comunicación

Los desafíos de comunicar lo local

Trabajar en una comunicación con identidad propia no solo que es posible, sino que además es muy necesario. En el camino nos encontramos con creencias limitantes y algunos estigmas que es necesario derribar para construir espacios comunicacionales genuinos que encuentren su inspiración en el propio entorno.


ESPECIAL PARA EL TREN ZONAL POR MARLENE VALLEJOS

 

Hay una frase que se le atribuye a León Tolstói, el célebre escritor ruso, que dice “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”. Encontramos en siete palabras una invitación a impulsar acciones que transformen nuestra comunidad. Desde el lugar que nos toca habitar podemos situarnos en nuestro entorno más inmediato para, desde allí, pensar el resto del mundo y que así las grandes transformaciones que podamos contagiar a otros lugares tengan un origen cercano, hogareño, conocido y amable para nosotros. Nada me parece más desafiante y motivador que pensar (nos) en y desde nuestras aldeas que, en definitiva, son nuestros pueblos y ciudades.

Esta imagen de nosotros pintores de una aldea es la génesis del concepto de comunicación litoraleña a través del cual abordo la disciplina desde hace más de 10 años. Estoy convencida de que pensar una comunicación con identidad litoraleña es no solo posible sino que además es muy necesario. Ahora bien, ¿qué implica esta idea de comunicación?

En primer lugar tener conciencia de quiénes somos como comunidad, preguntarnos de dónde venimos pero sobre todo adónde vamos. Y acá la comunicación hace un gran aporte para actuar como intermediaria entre nuestras tradiciones y los desafíos que el tiempo actual impone a la sociedad. Podemos utilizar diversas herramientas comunicacionales como la palabra hablada y escrita, las imágenes y los recursos audiovisuales para elaborar narrativas propias que rescaten nuestras expresiones identitarias y que se conviertan así en el semillero de proyectos de innovación con el objetivo de contribuir al fortalecimiento y al desarrollo social y humano de nuestras comunidades.

La comunicación como campo de acción nos permite entablar diálogos constructivos entre diferentes actores sociales y pensar lo local como un espacio vital e identitario. Los sociólogos Gonzalo Arias y Lucas Doldán (2021), citando a Hoffmann (2007), sostienen que el territorio se convierte en un espacio vivido por personas y grupos sociales que se lo apropian y reapropian, lo hacen suyo, y lo incorporan como un elemento identitario central.


Las piezas de nuestra identidad


Construir una comunicación litoraleña implica hacerlo con categorías propias, que estén inspiradas en nuestros escenarios y abrazadas a nuestras realidades locales.

Todo lo que queremos comunicar está dentro nuestro y en el ambiente que nos rodea. El litoral argentino es una región única y con recursos generosos que nos permite encontrar inspiración en cada elemento que la compone. Haciendo un repaso rápido y comenzando por el norte hallamos la fuerza necesaria para cada proyecto en las Cataratas del Iguazú y sus aguas cayendo con robustez; la capacidad de observación podemos desarrollarla al mirar la convivencia armónica de la fauna en los Esteros del Iberá; la innovación para modernizar cada proyecto puede encontrar inspiración en lugares como El Palmar donde las figuras de las palmeras yatay rompen de manera disruptiva con el paisaje entrerriano sumando un elemento más a la identidad.

Si seguimos buscando encontramos el talento en cada ejecución del acordeón al tocar un chamamé; el encuentro lo celebramos en los bailes y fiestas populares. No podemos olvidar la fuerza constructiva que tienen las historias, fundamentales para pensar cualquier comunicación, en el litoral las encontramos a modo de inspiración en lugares emblemáticos como la casa natal del General Don José de San Martín en Yapeyú o la residencia de Justo José de Urquiza en el Palacio San José. Nuestra comunicación también necesita de mucho corazón como el que se ve en cada peregrinación popular a la Virgen de Itatí o cada 8 de enero en Mercedes cuando miles de almas se congregan para rendir homenaje al Gauchito Gil.

Estas postales de nuestro Litoral pueden ser el punto de partida para pensar la comunicación en todos los ámbitos a partir de una narrativa propia.


Comunicar la cultura popular


Lo que llamamos cultura popular suele tener lugar en los medios de comunicación, la cuestión en este punto es reflexionar y preguntarnos ¿qué tipo de lugar se le asigna?. Aquí es cuando encontramos determinados sesgos, lugares comunes y estigmatizaciones en relación a las diferentes expresiones culturales.

Para pensar desde la base, comencemos por desarmar los términos. La palabra cultura, proveniente del latín, significa etimológicamente ‘cultivo’; mientras que el término popular deriva del latín populares y significa ‘del pueblo; apreciado por muchos’.

De esta breve referencia podemos construir una idea que nos lleve a pensar en la posibilidad concreta de sembrar algo colectivo y comunicar todo aquello que es cultivado por el pueblo.

El desafío es entonces poner en escena, desde el lugar que a cada uno nos toca, la cultura popular entendida como el conjunto de prácticas, creencias, conocimientos y relaciones que se dan hacia el interior de cada comunidad. Y yendo a cuestiones más prácticas -si se me permite el término-, quisiera compartir una serie de consideraciones que no están en ningún manual, pero que surgen como aprendizajes de la misma experiencia y del propio territorio.

No pretenden ser verdades absolutas sino propuestas de trabajo para desandar este camino de la comunicación litoraleña.


Romper con los estereotipos. Todavía en muchos lugares cuando se habla, por ejemplo, de chamamé, de tradición, de fiesta popular, de campo, de ruralidad, de gauchos o de paisanos se asocia estos términos con una idea de resistencia al cambio, de atraso o incluso como algo conservador, y no es así. Nuestras culturas populares se van transformando junto con la sociedad, lejos están de ser expresiones sedentarias. ¿Cuál es el desafío acá? Narrar a través de historias que reflejen esta idea de cultura viva. Es interesante rescatar las voces de niños, adolescentes y jóvenes que desde un lugar de no prejuicio lo viven de manera natural y transmiten estas expresiones al resto de la comunidad.


Pensar la representación. Es necesario preguntarse ¿cómo voy a mostrar estos contenidos? Es importante no caer en lugares comunes como, por ejemplo, desde el lenguaje hacer referencia a lo subalterno o alternativo. ¿Qué significa que determinada expresión cultural es alternativa? ¿Alternativa a qué? Nos da la idea errónea de que hay algo “mejor”. Lo popular debe ser siempre bueno por eso se debe invertir tiempo y esfuerzo en cuidar la calidad de los contenidos.


Derribar la idea de “darle voz a los que no la tienen”. Todos tenemos voz y algo para decir. Lo que sucede es que suele no haber espacios para poder comunicarla porque históricamente se han dado procesos de opresión y colonización que negaron no solo la voz sino la propia existencia de determinados grupos. Nuestra misión es recuperar, mantener y construir nuevos espacios comunicacionales donde todas estas voces silenciadas puedan expresarse ya que si nadie lo hace estaremos reproduciendo una existencia negada.


Y por último está el desafío de correr el velo, bajarnos de los lugares ya conocidos para desentrañar nuevos sentidos y conocer qué otras significaciones hay para entender las diferentes dimensiones de la cultura popular.


Las pinceladas que hasta acá dimos dejan abierta la invitación a seguir pensando la forma en que nos comunicamos desde nuestras comunidades y a sentirnos cada vez más protagonistas de los escenarios que nos toca habitar. Desde el litoral argentino, desde nuestra Entre Ríos, podemos (y debemos) construir una comunicación que tenga cada vez mayor identidad.



 

Nota publicada en revista En Tren Zonal. Año XXXVI. Ediciones del Clé. Agosto-septiembre / 2024.

Texto: Marlene Vallejos Referencia bibliográfica: ARIAS G. y DOLDAN, L. (2021) Comunicar lo local. Buenos Aires: La Crujía.

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