El apellido Raota es palabra mayor en el arte de la fotografía. Fue Pedro Luis, nacido en 1934 en Chaco, quien comenzó a transitar este apasionante camino que con el tiempo se transformaría no sólo en su oficio sino también en su forma de vida. Primero lo hizo en Santa Fe de la Vera Cruz donde adquirió los primeros conocimientos técnicos y donde además vendió su bicicleta para poder comprarse su primera cámara y comenzar a trabajar haciendo fotos carnet. El destino lo llevó luego al centro de la provincia de Entre Ríos: Villaguay, en esta ciudad comenzó a trabajar con mayor ritmo e incluso montó su propio estudio fotográfico.
Pedro Luis es nada más y nada menos que el fotógrafo argentino que más premios ha recibido, además fue catalogado como uno de los máximos exponentes de la fotografía americana y es considerado uno de los diez mejores fotógrafos del mundo. Orgullo argentino y con un lente único, su fotografía es el vivo reflejo de la vida cotidiana que ocurría a su alrededor y uno de los legados fotográficos más importantes que tenemos.
Dicen que la sangre no es agua, y los Raota no fueron la excepción. Su hijo, José Luis Raota sigue los mismos pasos de su padre. En sus fotografías busca el factor humano, como él mismo lo define. Siguió las huellas de su padre, pero su camino lo hizo desde abajo, estudiando fotografía en Suiza, buscando nuevas propuestas y, logrando así, exponer sus obras por todo el mundo con gran reconocimiento y muy buenas críticas. José Luis lleva 25 años de profesión y labor documental. Trabajó además para importantes marcas e instituciones como Cardón, Ricky Sarkany, Cocot, Cáritas, Universidad Católica Argentina, entre muchas otras.
Dos propuestas fotográficas situadas en diferentes épocas históricas pero unidas por la sangre, dos lentes litoraleños que nos llenan el pecho de orgullo para quienes amamos la fotografía. En definitiva dos grandes maestros cuyas obras hay que frecuentar.
PUBLICADO EL 11 DE JULIO DE 2015
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